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Jesús sana a un hidrópico

14 Aconteció que un sábado Jesús entró a comer en casa de un gobernante fariseo, y ellos lo acechaban.

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Los convidados a las bodas

Observando cómo los convidados escogían los primeros asientos a la mesa, les refirió una parábola, diciéndoles: «Cuando seas convidado por alguien a unas bodas no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él, y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: “Da lugar a éste”, y entonces tengas que ocupar avergonzado el último lugar. 10 Más bien, cuando seas convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó te diga: “Amigo, sube más arriba.” Entonces tendrás el reconocimiento de los que se sientan contigo a la mesa. 11 Cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»

12 Dijo también al que lo había convidado:

—Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos ni a tus hermanos ni a tus parientes ni a vecinos ricos, no sea que ellos, a su vez, te vuelvan a convidar, y seas recompensado. 13 Cuando hagas banquete, llama a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos; 14 y serás bienaventurado, porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.

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No te alabes delante del rey
ni te pongas en el lugar de los grandes,
porque mejor es que se te diga: «Sube acá»,
y no que seas humillado delante del príncipe
a quien tus ojos han visto.

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¡Oíd la palabra de Jehová, casa de Jacob y todas las familias de la casa de Israel! Así dice Jehová:

«¿Qué maldad hallaron en mí vuestros padres,
que se alejaron de mí,
y se fueron tras la vanidad
y se volvieron vanos?
No dijeron: “¿Dónde está Jehová,
que nos hizo subir de la tierra de Egipto,
que nos condujo por el desierto,
por una tierra desierta y despoblada,
por tierra seca y de sombra de muerte,
por una tierra por la cual no pasó varón
ni habitó en ella hombre alguno?”
Os introduje en tierra de abundancia,
para que comierais su fruto y sus bienes;
pero entrasteis y contaminasteis mi tierra,
e hicisteis abominable mi heredad.
Los sacerdotes no dijeron: “¿Dónde está Jehová?”,
y los que tenían la Ley no me conocieron;
los pastores se rebelaron contra mí,
los profetas profetizaron en nombre de Baal
y anduvieron tras lo que no aprovecha.

»Por tanto, pleitearé aún con vosotros,
dice Jehová.
Con los hijos de vuestros hijos pleitearé.
10 Pasad, pues, a las costas de Quitim y mirad;
enviad a Cedar y considerad cuidadosamente.
Ved si se ha hecho cosa semejante a ésta.
11 ¿Acaso alguna nación ha cambiado sus dioses,
aunque estos no son dioses?
Sin embargo, mi pueblo ha cambiado su gloria
por lo que no aprovecha.
12 ¡Espantaos, cielos, sobre esto, y horrorizaos!
¡Pasmaos en gran manera!,
dice Jehová.

13 »Porque dos males ha hecho mi pueblo:
me dejaron a mí,
fuente de agua viva,
y cavaron para sí cisternas,
cisternas rotas que no retienen el agua.

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Prosperidad del que teme a Jehová

¡Aleluya!

112 Bienaventurado el hombre que teme a Jehová
y en sus mandamientos se deleita en gran manera.
Su descendencia será poderosa en la tierra;
la generación de los rectos será bendita.
Bienes y riquezas hay en su casa,
y su justicia permanece para siempre.
Resplandeció en las tinieblas luz para los rectos;
es clemente, misericordioso y justo.
El hombre de bien tiene misericordia y presta;
gobierna sus asuntos con justicia.
Por lo cual no resbalará jamás;
en memoria eterna será el justo.
No tendrá temor de malas noticias;
su corazón está firme, confiado en Jehová.
Asegurado está su corazón; no temerá,
hasta que vea en sus enemigos su deseo.
Reparte, da a los pobres;
su justicia permanece para siempre;
su poder será exaltado con gloria.
10 Lo verá el impío y se irritará;
crujirá los dientes y se consumirá.
El deseo de los impíos perecerá.

13 Permanezca el amor fraternal. No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.

Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos; y de los maltratados, como si vosotros estuvierais en su mismo cuerpo.

Honroso sea en todos el matrimonio y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, pues él dijo: «No te desampararé ni te dejaré.» Así que podemos decir confiadamente:

«El Señor es mi ayudador; no temeré
lo que me pueda hacer el hombre.»

Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta e imitad su fe.

Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

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15 Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. 16 Y de hacer el bien y de la ayuda mutua no os olvidéis, porque de tales sacrificios se agrada Dios.

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